El queso con el tiempo va evolucionando y
cambiando sus características iniciales, sobre todo va cogiendo más
sabor. Cuánto más alta es la temperatura y la pasta más húmeda el
proceso de maduración se acentúa.
Lo mejor es conocer su evolución a lo
largo del tiempo y para eso es necesario mirarlo, olerlo y tocarlo. De
esta manera aprenderemos cuáles son las mejores condiciones para
conservarlos, aunque es difícil encontrar el lugar ideal.
Si todo
esto parece difícil y complicado se puede probar a dejar el queso en la
parte “menos fría” del frigorífico (el lugar opuesto al congelador )
envolviéndolo en un paño ligeramente humedecido o en su envoltorio
original.
Se puede
conservar envuelto en film de polietileno o aluminio pero se debe saber
que a partir de unas dos o tres semanas los quesos de pasta
blanda pueden ponerse fuertes y con un ligero sabor pútrido y
amoniacal que puede ser exquisito cuando es poco acentuado o habrá que
tirarlo a la basura cuando ha comenzado el proceso de descomposición.
Lo más aconsejable es consumirlo lo antes posible, sobre todo cuánto más blando y tierno sea el queso.
Temperatura
La mayoría de los quesos requieren una temperatura de conservación entre los 8ºC y los 12ºC.
Si
desea conservarlo por más tiempo guárdelo en un sitio más frío ( 4ºC -
6ºC ) envolviéndolo previamente, por ejemplo, con un paño impregnado de
agua o en su envoltorio original.
Recuerde que los quesos de pasta blanda y los azules requieren temperaturas bajas de conservación. ( 6º - 10ºC )
Humedad
Probablemente
sea el factor más descuidado en la conservación y sin embargo uno de
los más importantes. Aquí también impera el principio de cuánto más
blando es el queso más alta tiene que ser la humedad de conservación.
Al
queso le gusta una humedad alta, entre el 85 y 95% de HR. Esto previene
que se seque y la corteza se agriete. Es lo que sucede cuando lo
conservamos en el frigorífico sin ninguna protección. ( el frigorífico
es frío y seco y “ roba “ humedad al queso).
La mejor manera de conservar en el frigorífico los quesos con mohos en superficie es envolverlos en un trapo de algodón ligeramente humedecido y los quesos de corteza lavada en un trapo de algodón ligeramente humedecido en agua salada. Conviene darlos la vuelta cada 4 ó 5 días.
Fuente.- Poncelet